Mientras iba cayendo, alcanzó a pensar un par de cosas; entre ellas, lo poco probable que era pensar mientras caía. Y que tal vez él no iba cayendo, sino que el asfalto se iba acercando. Esto lo asustó. Pensó que ni siquiera ahora tenía el control que tanto quería y le pareció gracioso. Pero no alcanzó hacer nada al respecto. El asfalto lo abrazó antes de poder sonreír.
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*No sé si soy la única persona suficientemente ñoña para recordar esos textos educativos de básica llamados Yo Pienso Y Aprendo. Creo que fue así como aprendí lo que era una ironía.
3 comentarios:
yo recuerdo aún con nostalgia ese libro del jardín... Ventanal, y esos días en que con las tías y los otros ñiños rellenabamos los cuadritos y aprendíamos cosas demasiado útiles, como que ropas se usan en cada estación del año.
Si no fuera por Ventanal y las tías del "Petetín", yo ahora me lavaría los dientes con cualquier huevá y me vestiría de chomba en verano...(ah bueno, en Valdivia eso no es tan raro).
Mmmm el destino como sarcasmo a nuestra falta de responsabilidad al aceptar nuestros errores?, excelente me identifique, la espero en mi mundo otra vez.
la ironia la aprendi cuando pusieron cable en mi casa, y tube un orgasmo tremendo, aaahhh tiempos aquellos (cuando era chiquichicho pensaba que la tierra se movia cuando uno caminaba y no uno, que egocentrico.. UAHUhuahA)
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