jueves, diciembre 29, 2005

Administración 1: Profesor, ¿Mi ejemplo constituye Planificación Estratégica?

Las últimas veces que he trazado el plan, siempre faltan los detalles clásicos: la típica antimateria, que siempre es necesaria en esta clase de experiencias o los pseudoamigos que se hacen invisibles justo cuando necesito audiencia.
Para poder traer un apocalípsis necesitaba música de fondo. Pensé que vendría sóla porque si ya la he inventado en sueños, en colores y con personas que no existen, también podría imaginar el escenario perfecto. Al parecer, perfecto es algo que molesta un poco a los habitantes nebulosos de la multitud (la multitud es lo que utilizo cuando los antes mencionados pseudoamigos desaparecen magicamente).
Cuando la multitud corría desaforada por las calles, yo me quedé tras un árbol y fue ahí cuando la raíz me hundió y me dio la idea. Y la idea no era tan genial, porque ya estaba en proceso. Ahora es sólo cosa de seguir la corriente, reunir los materiales (y antimateriales), recitar la poesía intocable y amar a los extraños. Esa parte es complicada por el miedo a las alturas (que no es a las alturas propias sino a las ajenas).
Por eso algunas veces te dicen que no mires hacia abajo. Yo te pido que tengas mucho cuidado y que, por favor, tampoco mires hacia arriba.
Completar los rituales es complejo. Siguen desapareciendo los sacrificios, las estatuas y a veces las apariciones no ayudan.
Antes, cuando escuchaba una voz, yo misma me decía "síguela, no puede equivocarse". Ahora sé que no puedo creerles porque ya se han equivocado mucho y justamente ahora están pidiendo ayuda. Y me tengo que ir.
Cuando complete el plan, tendré un aviso grande y de colores. Te pediré que corras, pero no mucho, porque de todas maneras planeaba salvarte, pero sólo un poquito.

sábado, diciembre 24, 2005

Eloísa

Eloísa Gomez no es mi mejor amiga, porque parece que yo no tengo mejores amigos (al menos, no de esos de las películas).
Siempre le he dicho que su nombre es fome, pero creo que a ella le gusta. En realidad no estoy segura. Ella es tan silenciosa que a veces parece que no estuviera.
Aunque es calladita, también es buena. Me cae bien porque siempre me escucha, nunca me interrumpe y cuando me da la tontera, no le molesta dejarme sola. Y yo también sé dejarla sola.
Incluso deja que la arregle a mi gusto y la lleno de florcitas y nunca se enoja cuando le tiro agua en el verano.
Eloísa tiene hartos años. Muchos más que yo, pero no creo que le guste que diga cuántos. Yo no tengo idea cómo fueron todos esos años, porque la conocí hace poco. Fue un día tonto y con sol cuando yo me paseaba por el cementerio y ella estaba ahí, y se veía vieja y descuidada, pero me hizo gracia y le empecé a hablar.
El único problema es que a veces me deja hablando sola, pero no siempre lo noto. Según dicen, es normal que la gente muerta deje de contestarme, pero no sé si sea tan normal. Además a Eloísa no la conocí viva, así que no tendría porque dejar de hablarme si nunca comenzó.

lunes, diciembre 19, 2005

Cuando Tengo Un Chiste Interno Me Río Con Las Tripas

Los chistes internos son tan apasionantes como estúpidos. Y fascistas. Y adolescentes.
Mis gloriosos años de colegio me enseñaron lo que era el famoso chiste interno, más que nada, porque yo nunca estaba dentro del grupete dónde nacía el chiste.
Como testigo implacable del nacimiento, vida y muerte de este tipo de situaciones, puedo decir que el chiste interno es la forma más hermosa y socialmente aceptable de ejercer el divino derecho a discriminar. Ni siquiera es necesario pertenecer a las esferas sociales populares para estar dentro de la mafia del chiste; hasta los chicos del club de ajedrez y los del coro tienen sus propios chistes internos.
Esto es aún más notable, cuando no se trata simplemente de un chiste, sino de un universo paralelo de tontera privada. Por ejemplo, no muchos conocen la naturaleza de Faustino (personaje al que hago referencia de vez en cuando). O Eulalio y su trágica muerte producto de la grasosa comida rápida (atropellado por una moto repartidora), o incluso la verdad sobre El Indescriptible Señor Pi, otro misterio que tampoco me es posible revelar porque se trata de un ser... eh, indescriptible. Otro ejemplo es el fenómeno del Ewok Valdiviano (los estudiantes UACh estarán más familiarizados con el tema); los ejemplos sobran.
Como todas las cosas, el chiste interno tiene dos caras. Por un lado, la satisfacción del zopenco que ideó esta burbuja discriminatoria, y por otro, el desconcierto del ente externo a la burbuja que: a) se muere de curiosidad por saber de qué se trata el asunto, o b) opina que es una reverenda pendejada.
Lo más notable de estos alter-universos chicos y privados, es su maravilloso elitismo. Los diferentes grupos sociales (o anti-sociales) compiten en secreto buscando un vencedor en una encarnizada lucha: la meta es poseer el sub-mundo más complejo, con mayor variedad y cantidad de personajes y con más ácidas referencias. El premio, claramente, es la superioridad social.
Crear uno de estos mundos no es tan complicado después de todo. Basta con tener un grupo de personas lo suficientemente perturbadas y ociosas, además de dispuestas a cohecionar sus chistes personales y agruparlos bajo un mismo alero misantrópicamente snob (en un sentido inmensamente cool, por supuesto). Y, bueno, eso no es tan dificil de conseguir.

sábado, diciembre 17, 2005

Algunas Cosas Me Dan Cosquillas Y A Veces No Quiero Reírme.

La imposibilidad de reaccionar correctamente a los estímulos es peligrosa. Cuando algo externo puede causar risa o llanto y uno no sabe cuál viene, lo único que se siente es temor.
A eso se debe el miedo a todo: miedo a que se vea más de lo debería verse, o a que se escuche más de lo que debería escucharse.
El miedo, por su parte, estupidiza. Y ya estupidizadas, las reacciones son mucho menos controlables. Por eso está bien que me tengas miedo. Porque es una fase. Y algunos nunca la superamos.

lunes, diciembre 12, 2005

Morfina En Tu Camino.

La enfermera no dijo nada. El doctor no dijo nada. Y tu hijo no dijo nada. Pero eso fue porque no estaban.
Tu bracito fiero golpeaba paredes, hombres, mujeres y niños, pero era un golpe bueno. Y eso es lo que crees y lo que creo y lo que ellos (todos) creen.
Cuando, con los ojos chiquititos y la mugre en la sangre, veías y hablabas sobre cosas que no existían, casi estabas ahí. Ahora es distinto, en tu cama enana con tus artefactos y testigos, estás definitivamente ahí.
Yo supe que no ibas a volver cuando sonó el teléfono y me hablaron del futuro, y yo me quedé ahí, pensando en nada y cantando en mi cabeza, porque eso es lo que hago cuando ya no reconozco la diferencia.
Tu bracito ahora es un gusano intravenoso. Y todos han aprendido a agujerearlo un poco. Hay que mantener estos niveles para callar los gritos que se te escapan y que, aunque no los escucho, porque ahora soy sorda, los hablo, los escribo y los cocino.
La primera vez lloré sin saber por qué. La segunda vez, me reí como estúpida. La tercera vez no sentí nada. La cuarta, nada y la quinta, absolutamente nada. Ya tengo costumbre de ver esas caras secas caer de sus camas, golpearse el pecho y morir centenarios.
Nunca odié las máquinas, y nunca negué el ciclo. Y no lo haré ahora. Pero no porque sea lo correcto, o porque sea muy sabia, sino porque desde hace un buen tiempo que ya no siento nada.

domingo, diciembre 11, 2005

Yo Pienso Y (No) Aprendo.

Mientras iba cayendo, alcanzó a pensar un par de cosas; entre ellas, lo poco probable que era pensar mientras caía. Y que tal vez él no iba cayendo, sino que el asfalto se iba acercando. Esto lo asustó. Pensó que ni siquiera ahora tenía el control que tanto quería y le pareció gracioso. Pero no alcanzó hacer nada al respecto. El asfalto lo abrazó antes de poder sonreír.
*
*
*
*No sé si soy la única persona suficientemente ñoña para recordar esos textos educativos de básica llamados Yo Pienso Y Aprendo. Creo que fue así como aprendí lo que era una ironía.

jueves, diciembre 08, 2005

Cositas Lindas Putrefactas En Las Esquinas Y La Magia De La Rutina.

- Ese vaso de jugo de frambuesa lleva más de una semana en tu pieza- dice mi madre con cara de asco.
- Sí, lo sé. También tengo té verde en el velador, café sin azucar en la cómoda y esa cosa oscura en el escritorio solía ser agua.
- ¿Cómo puedes vivir así?
- Mmm, no sé. Tampoco me gusta.
- Entonces...
- Se ve bonito.
- No, no se ve bonito. No me respondas estupideces Nicole.
- Eh, supongo que me acostumbré.
- Malo está eso. No puedes acostumbrarte a esto.
- Si puedo.
Otro paseo de mi madre, tomando cosas que no debería y volviendolas a dejar con cara de estar reprobándome.
- Mamá, vas botar algo, y eso provocará un efecto dominó que yo amaré y tu odiarás. ¿Por que mejor no sales de aquí y te dejas de joder?
- No me faltes el respeto.
- Te estoy weviando. ¡Maurice! ¡La mamá otra vez no captó el sarcasmo!
- Mami, eres taaan ñoña.
Ahora me mira con cara de estar a punto de gritarme.
- Nicole, ¿Como puedes escuchar esa música? Es un velorio de caballos.
- ¿Por qué?
- Es horrible... es repetitivo y ese tipo no está cantando, se está quejando.
- Mamá, es Radiohead y es excelente.
- No, es horrendo.
- Bueno, lo cambio.
Busco entre los discos junto a mi cama. Encuentro el compilado que estaba buscando.
- Nicole, no wevees, no puedes escuchar eso.
- Mamá, es Norma Jean. Sí, como Marilyn Monroe, pero un poquito más rudos... y evangélicos
- Ya... ya déjame hasta ahí no más.
- Bueno, te iba a dar una cátedra. Tú te la pierdes.
Ahora se retira de mi pieza tratando de no pisar los libros, discos, zapatos, lápices y pinceles en el suelo.
- ¿Mami?, la llamo antes de que salga.
- ¿Qué?
- Nada.
- ¿Mami?
-¿Qué?
- Nada. ¡Maurice! ¡otra vez lo mismo!
- Mami... siempres serás taaan ñoña.

sábado, diciembre 03, 2005

La Implicancias Sociales De Dormir Con La Boca Abierta, En Público Y Babeandole El Brazo A Tu Mejor Amigo

A veces me dan ganas de esciribr cosas fantásticas y apasionantes. Pero entonces me doy cuenta que no puedo, porque no existen las palabras para escribirlo. Otras veces me dan ganas de decir algo gigante y bonito, y me acuerdo que tampoco puedo, por la misma razón.
Es que todas esas cosas no tienen nombre. Y a mi me cuesta bautizar las cosas; mis mascotas tienen nombres tontísimos producto de este problema.
Algunas veces en la noche, me despierto y siento que mi güata baila y se ríe por dentro, y me contagia la risa. Pero tampoco sé cómo se llama eso. Ni sé si es un sentimiento siquera.
Muchas veces he visto cosas y he hecho cosas que no puedo describir, sólo porque no existen las palabras para hacerlo. A veces, recurro a la táctica del profesor de Administración sin-cuello-ni-hombros: 2+2=5, dice él ("Ja, como la canción de Radiohead", digo yo). El total es más que la suma de sus partes. Entonces puedo decir que me siento estúpida+felíz= estúpidamente feliz,[o felízmente estúpida (el orden de los factores no altera el producto...¿o sí?)] o triste+sola=huérfana. Pero así, con mi propio idioma y mi matématica ideomática, no todos entienden a que me refiero. Y eso no siempre está mal, porque así me entienden sólo quienes yo quiero que me entiendan.
En todo caso, es bastante desagradable que, aunque uno trate de que no sea así, las palabras queden chicas y que nunca digan todo lo que uno quiere decir. O quizá, uno quiere decir demasiado. Cosa que también es un problema.
Saber como decir lo justo es algo complicado. La gracia es el balance: que sea lo suficientemente claro para que se entienda y lo suficientemente ambigüo como para que no revele demasiado.
En este momento, por ejemplo, me gustaría poder escribir sobre la idea de hablar mientras me imagino que me veo cantar esta linda canción que escucho en mi Winampito (The nurse who loved me, de A Perfect Circle) , pero no puedo. Me canso hasta de pensarlo. Por eso mejor me dejo de pensar. Y me callo. Y me dejo de querer cosas imposibles. Al menos por hoy.
*
*
*El título de este post no tiene absolutamente nada que ver con su contenido, pero tenía unas ganas terribles de decir eso por lo menos una vez durante el día de hoy. Y lo hice. Bien por mí.