martes, septiembre 14, 2010

La verdad sea dicha

Agustín Liondor. Hijo de Amelia Barrientos y Augusto Liondor. Nieto de inmigrantes franceses, 1.95 m. de diferencia y conmoción; hedonista, intelectual de poca monta, alcohólico en recuperación, fanático de la automedicación, amante de las mujeres fáciles, escritor sin producción y, desde hace dos meses, un numero más en las estadísticas.

Hace dos meses fui diagnosticado. Soy, entonces, oficialmente parte del selecto grupo de pacientes psiquiátricos absolutamente autoconscientes; los clientes frecuentes del Dr. Keim: artistas, escritores, poetas, insoportables Literatos.

Gracias a este evento, puedo decir que he completado el arduo camino hacia el status de Genio. Mi editor alucina con el proyecto de sumar este grandioso padecimiento psiquiátrico a la lista de pedanterías falsamente auto-desaprobatorias que adornan la contratapa de mis libros.

A decir verdad, me sorprende que mi visita a la consulta tardara tanto tiempo. Supongo que muchos lo sospechaban. Creo que yo también. Acepto que no soy muy inteligente (bastante menos de lo que aparento), pero tampoco soy idiota; me doy cuenta de las cosas. Y sobre todo, me conozco a mi mismo. Después de todo, 30 años de egocentrismo (a falta de vanidad) tienen su recompensa (por contraproducente que sea).

Hoy se cumplen 2 meses. Dos meses de tener el diagnostico en la mano (metafóricamente por supuesto, el Dr. Keim, bendito sea, dice que no tendría caso entregarme evidencia física del "trastorno" como le llama él) y dos meses de pasearme por esta ciudad tan putamente contemplativa con el conocimiento abstracto de que en alguna parte de mi mente, las conexiones mágicas han determinado su propia y particular zalagarda.

La verdad es que, de entre todos los trastornos potenciales en el amplio espectro del escritor torturado, nunca me esperé algo tan determinante y... colorido. Es por ello que me he tomado la libertad (en todo el sentido de la palabra) de complacerme y confesarme de una vez. Si. Soy Mitómano.