domingo, junio 20, 2010

Hilarante

Primero encontramos una pierna. Estaba escondida entre los matorrales cercanos al río. Esa misma tarde encontramos un brazo entero; mano, dedos... todo. Estaba escondido bajo unas hojas podridas. Supusimos que el resto de cuerpo debía estar en el mismo lugar así que al día siguiente partimos temprano a buscar macabras sorpresas. Tal como pensamos, entre los árboles cercanos, la otra pierna y los dos pies (aparentemente cercenados). Arriba de un árbol, colgando, estaba el otro brazo. A ambos nos pareció graciosísimo encontrarlo ahí. Flotando y golpeando penosamente las piedras en la orilla, divisamos parte del torso. Recién ahí supimos que era un hombre. Me reí como idiota ante la revelación. El tronco estaba abierto. Bastante repulsivo, pero lo sacamos igual. Entre las rocas encontramos los pedazos faltantes del tórax. Irrecuperables. Habían sido mordisqueados por aves, roedores y quien sabe que otras criaturas. Teníamos el cuerpo casi completo, excepto por la cabeza. Obvio. A ambos nos pareció un cliché espantoso lo de la cabeza perdida. Después del tiempo perdido buscando los pedazos, no nos rendiríamos así que seguimos buscando. Finalmente, bajo unas ramas y parcialmente cubierta con tierra, la cabeza. El pelo alborotado y sangriento le cubría el rostro. Con un poco de asco y curiosidad, retiré el cabello de la cara para examinarle. Solté una elocuente carcajada que me asustó incluso a mi; eras tú. Y es que ya me parecía rara tu compañía tan silenciosa. Hilarante.